DOMINGO QUINTO
Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos (Mc 1, 29-39)
Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.
Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a éstos no los dejaba hablar, porque sabían quién era Él.
Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: “Todos te andan buscando”.
Él les respondió: “Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido”.
Y fue por toda la Galilea, predicando en las sinagogas de ellos y expulsando demonios.
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REFLEXIÓN: Buscamos a Jesús...
...cuán cierta esa frase, cuán reveladora de nuestra naturaleza. Buscamos perpetuamente una felicidad de la cuál desconocemos su verdadero nombre.
Jesús... es decir el verdadero amor y la verdadera correspondencia. Los amores cambian... cambian de valores, cambian de ciudad, y hasta fallecen. Pero Jesús siempre está allí... Jesús es el Amor.

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